domingo, 30 de septiembre de 2012

Encontrarse

   Siempre me costó bastante encajar entre la gente ‘normal’. Yo nunca fui lo que se considera normal. En jardín de infantes jugaba con los varones, no les caía bien a las demás nenas y no sé por qué. Todas las demás eran flacas, yo era gorda. Todas vestían polleras con vuelos, zapatos, ropa rosada; yo vestía joggings y remeras de colores apagados porque la ropa de ‘nena’ no venía en mi talle. Muchas veces fui motivo de burla, a nadie le importaba si las burlas me daban igual, me molestaban, me causaban gracia o me dolían…
   Dolían, dolían mucho. 
   Marcaron mi vida, me enfermaron, me convirtieron en esto que ya ni sabe que es estar bien o mal. Siempre en un estado neutro de tristeza mezclada con amargura.
   Otro problema es que nunca supe bien quién soy. La gente dice: ‘sé vos misma, que no te importe lo que digan los demás’. Pero esto se complica cuando no tenés ni la menor idea de quien sos.
   Fuí de muchas formas en mis últimos años de vida, creo que intenté encontrarme a mi misma. Múltiples intentos fallidos.
   Fuí gorda; fui flaca. Fui la anoréxica; fui (soy) la bulímica. Fui virgen; fui puta. Fui la ‘anti’; fui la fumona. Fui la suicida. Fui la que nadie conocía; fui un chisme. Fui la buena amiga; decepcioné mucho a mis amigas. Fui la buena hija; también la mala. Un tiempo fui cariñosa; soy fría. Pesé 77 kilos; pesé 52 kilos. Fui el orgullo de alguien; fui la gran decepción.
   Fui eso y muchas cosas más, y nunca supe realmente quien soy. Quizás soy una bizarra mezcla de todo lo anterior. 
   Lo único que sé es que me cuesta sentirme cómoda con la mayoría de la gente, porque odio mi personalidad, odio mi cuerpo, odio ser yo.

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